Desgraciadamente, sólo las personas poderosas y adineradas podían beneficiarse de los consejos de un experto en Feng Shui. Gracias a las prácticas de este arte, a buen seguro, en las casas dónde se aplicaban sus principios, las infecciones, las enfermedades contagiosas, y otras dolencias tenían una incidencia menor. Gozaban de un mejor estado físico y una mejor salud que la mayoría de la población.
Pero ¿cuáles son estos principios que contruyen unos hábitos más saludables para los que practican el Feng Shui?
Son innumerables, baste mencionar aquí algunos de ellos:
La limpieza y el orden son una de sus premisas básicas. Sin ellos, no podemos conseguir un buen Feng Shui. En los espacios y en las personas. Y evidentemente, cuando la falta de higiene se apodera de un espacio, las posibilidades que contraigamos infecciones se multiplican. Y muchas enfermedades se originan (o incrementan sus posibilidades de transmisión), cuando la suciedad campa sin control en los espacios que habitan humanos y animales.
Evitar el estancamiento de la energía Chi. Esto incluye eliminar las aguas estancadas, sin movimiento. Seguramente basado en la observación, ahora conocemos que este tipo de aguas es el caldo de cultivo de muchas epidemias. La Malaria, el paludismo, y muchas otras, se transmiten por la picadura de un mosquito. Y los mosquitos para reproducirse necesitan de agua Yin, es decir agua estancada, con poco movimiento.
Según las enseñanzas del Feng Shui virus y bacterias son extremadamente Yang (calientes, dinámicos). Para contrarestar este exceso de energía Yang, debemos utilizar energía Yin. Las bases, como la lejía y el jabón, son Yin. Así que, sin lugar a dudas, el Feng Shui te aconsejaría que utilizases profusamente el uso de agua con lejía para higienizar y limpiar casas y espacios. Tristemente de actualidad, para luchar contra el contagio del Ébola, uno de los desinfectantes más utilizados en África es el agua clorada (que no es otra cosa que agua con lejía).
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